EL ESTALLIDO DE LA CONCIENCIA

Parte VI

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Durante el otoño de 1976, llegué a intimar con una persona muy especial quien mas tarde hizo cambiar el curso de los eventos en mi vida.  Su nombre era Sandra Largel y la primera vez que oí de ella fue a través de una revista llamada Truth Journal, publicada por Roy Eugene Davis.

Mi primer encuentro con Sandra, quien fundó el Centro Alexandrian, fue cuando asistí a una conferencia en el Centro. La conferencia fue sobre el Triángulo de las Bermudas y fue dictada por Page Bryant, un psíquico de Tampa.  Recuerdo que después de la conferencia, Page dio unos mensajes personales a algunas personas que estaban en la audiencia.  Cuando ella me dijo que iba a cambiar de trabajo en ocho meses, me morí de la risa porque era un incapacitado Médicamente y no podía trabajar.  Cuando terminó la conferencia, me reuní con algunas personas y experimenté una extraña sensación de familiaridad con ellos, Fue algo como de otro mundo porque nunca antes había conocido a esta gente.

La siguiente semana, me inscribí en dos clases en el Centro: Metafísica y Parapsicología.  Una semana más tarde, tuve un deseo compulsivo de enrolarme en una clase de entrenamiento en Liderazgo.  En mi mente estaba diciendo, “Yo no quiero ser un líder”, pero la sensación era tan poderosa, que finalmente me deje llevar por ella.  Allí estaba yo, sentado en una clase de Liderazgo, preocupado por el por qué estaba yo allí.  Hacia el final de la clase, que Sandra estaba dictando, casualmente mencionó que necesitaba ayuda para hacer trabajo de tipéo.  Antes de poder pensarlo, mi boca se abrió y me encontré ofreciéndome de voluntario para ayudar.  Eso me sorprendió completamente porque pensaba que tenía el control de mi boca y sin embargo tenía experiencia en tipéo, y no estaba preparado para envolverme en ninguna organización. ¿O sí lo estaba?

Desde el tipeo, me fui encontrando gradualmente más y más involucrado.  Fui, de tipear un día a la semana a ayudar con la correspondencia y meterme con ellos tres días a la semana.  Y no fue mucho tiempo antes, cuando me encontré renuente a aceptar el cargo de Director, y exactamente ocho meses después de mi primer contacto con el Centro Alexandrian, llegué a ser vicepresidente. ¡Llame alguien al psíquico!

Lo siguiente que supe era que Sandra Largel se estaba preparando para mudarse del área y designando a un pequeño grupo de nosotros para manejar la totalidad de las operaciones del Centro.  Nuestro grupo tenía poca experiencia con funciones administrativas, y ¡ahora estábamos enfrentados con un Centro de Cuidados de Niños, una tienda de venta de libros, clases, conferencias y servicios Dominicales! Algo así como si todo fluyese a pesar de nuestra experiencia.

Durante los siguientes meses, hubo muchas situaciones que parecían indicar que había una fuerza invisible que me asistía.  Recuerdo el momento cuando fui a una papelería local para conseguir un nuevo grupo de libros para llevar la contabilidad.  Pregunté por un sistema que fuese simple de operar.  La empleada fue a la parte de atrás de la tienda y regreso con un sistema demasiado complicado.  Hizo el recorrido dos veces más.  Mientras estaba esperando que regresara de su tercer viaje, paseé por un estante cercano y encontré exactamente lo que había estado buscando. ¡Ese pequeño accidente estallo en mi mente!

En otra oportunidad, estaba almorzando con los niños en el Centro de Cuidado de Niños (para este momento mis servicios voluntarios se habían extendido a un esquema de tiempo completo).  Estábamos afuera, en el patio, cuando de repente, sentí que debía ir alrededor del campo de juegos y fijarme en un gran árbol.  Estaba parado allí, temeroso de lo que estaba haciendo en ese lugar, cuando repentinamente la tierra debajo de mi pie izquierdo colapsó y se golpeó mi cara con agua salpicada.  Allí estaba yo con mi pie derecho en tierra sólida y mi pie izquierdo colgado en un espacio vació.  La tapa del pozo séptico se había caído.  ¿Fue este un accidente que me sucedió a mí en vez de a uno de los niños que estaban jugando allí? Quedamente dije, “Gracias Padre. ¡Pero por lo menos pudiste haber eliminado la salpicadura!”

Finalmente, después de cerca de un año de luchar con el resto del grupo para mantener el Centro en operación, llegaron los refuerzos.  Richard y Peggy Rebeck habían conocido de las necesidades del Centro, a través de Sandra Largel, y decidieron mudarse a Inverness y trabajar con el Centro.  Para la época en que llegaron, ¡si estaba listo para recibir alguna ayuda! Nuestra maestra del Cuidado de niños había dejado el Centro, y había tenido que gastar mi tiempo cuidando niños, adicional a mis otras responsabilidades, que habían crecido rápidamente.  Richard y Peggy propiciaron muchos cambios en las labores administrativas y otras actividades en el Centro.  Pronto nos encontramos yendo hacia más amplias y mejores facilidades.  Durante el proceso de cambio, el Presidente renunció, ¡y pueden apostar! ¡Finalicé con el trabajo como Presidente!

Aun estoy en el proceso de desarrollarme en mi vida.  En la próxima entrega compartiré con ustedes algunas de mis frustrantes experiencias relacionadas con esto.

 Salvatore Cacciola

 Continuación  Parte VII

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