LA HISTORIA DE DAVID

Parte V

Por DAVID HA-MAGGID

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La experiencia del Guía es un tanto diferente a cualquier experiencia encontrada en vuestra realidad.  Imagínense a sí mismo manejando una forma física que es pensante, que reacciona, que crece, que vive; en donde ustedes son observadores totales tanto del pasado como del presente.  No tienen ningún control sobre la dirección que la entidad tomará.  Tenemos, por supuesto, la habilidad para guiar siempre que ustedes lo pidan y lo busquen, pero no podemos interferir con el crecimiento normal y la dirección que escoge tomar la conciencia.  El Guía en este caso, es a menudo un espectador impotente de los errores de la vida.

Observamos todas las interrelaciones, y es apropiado decir que no solo observamos, sino que vivimos la reacción.  Nosotros vemos, como si fuera, el torbellino de colores que permean al ser.  Vemos el ascenso y el flujo de las energías del cuerpo astral, pero debido a nuestra cercana proximidad y a nuestra naturaleza entrelazada, nosotros también, en un sentido de la palabra, sentimos todo lo que es sentido por la entidad.  Eso es por lo que en momentos nos conducimos distantes, porque estamos sujetos a todos los sentimientos de la entidad a quien servimos como Guía.  Y operando así, estamos en conocimiento de eso que ha de llegar a suceder, no como un medio de predicción, sino como un medio de asesoría de una secuencia o serie de eventos lógicos.

En momentos, es una experiencia frustrante el desear ayudar y que no se nos dé la oportunidad; pero por supuesto, en ello está parte de nuestro proceso de aprendizaje, porque debemos aprender a mantener una posición neutral.  Cuando el deseo de la acción física se hace presente, por supuesto debemos suprimirlo.  Debemos neutralizar cualquier afinidad por lo físico y mantener una posición que no nos permita buscar la relación con la forma física.  Aunque a menudo estamos sujetos a ella, no podemos buscarla.  Esto es parte de nuestra educación, al estar probando el poder desarrollar nuestros sentidos hasta el punto en el que no necesitamos formas físicas mediante las cuales comprender u operar en vuestro mundo.

Esta forma de operación es quizás lo más limitante. Es como meterse  dentro de uno de los trajes antiguos de armadura que fueron empleados en vuestro mundo en el pasado.  Desde un punto en el que éramos capaces de un movimiento total instantáneo, nos metemos  en un espacio confinado de tiempo limitado.  Desde el punto en el que nuestra conciencia tenía literalmente total acceso al conocimiento, nos encontramos constreñidos a un vocabulario.  Donde nuestros ojos eran capaces de percibir todos los colores, y vibraciones, y energías, nos encontramos limitados al órgano físico y a las escasas habilidades que podemos manifestar más allá de eso.  En verdad, los sentidos por los que el hombre ha buscado su conciencia espiritual, es decir, los sentidos físicos, evidenciando a menudo por su rápido retorno a la forma física, estos sentidos en realidad son limitaciones y no son verdaderas expresiones de los que uno es capaz.

Es un sentimiento muy difícil el sentarse  con una forma y en ese momento no tener ningún deseo de manifestarle una actividad a esa forma.  Tenemos pues, cuando se nos permite participar como un guía, que tener éxito para eliminar todo deseo de operar la expresión física.  Eso no es decir  que no somos capaces, sino simplemente que no deseamos más hacerlo.  Reconocemos los aspectos limitantes de esta forma.  Es más difícil ser el estudiante que debe aprender a través de la observación de otros, que ser el estudiante que está estudiando. Consideren, en esencia, que el Guía es un estudiante de cirugía que no puede realizar la operación pero que solo puede observar a otros hacer la tarea, y de esto debemos aprender.  Debemos poder percibir cada tonalidad, cada cambio, cada energía.

Es difícil relacionarse con ese mundo que llaman el emocional.  Yo he observado a esta entidad y a otras referirse a lo que puede ser llamado, la expresión emocional de mí mismo o de mi naturaleza; sin embargo, no exhibimos estas características. Podemos conocer el concepto de alegría y de humor.  Pero no tenemos la capacidad de expresar rabia o impaciencia.  Las manifestaciones de estas características son una función del lenguaje y del vehículo de comunicación, o están relacionadas con el factor limitante del tiempo en el que podemos ocupar la forma tal como lo hacemos.  Un momento...

Parece que pudiera ser de interés que nosotros también podemos tener tiempo para meditar, para analizar lo que hemos experimentado, para permitir que eso que hemos visto y sentido sea integrado a nuestro ser.  Debemos también tener ese tiempo separado de la entidad.

En la temprana evolución de una entidad, el Guía a menudo no se maneja cerca de la forma física.  Y para la entidad que está involucrada con el mundo material en un grado verdaderamente alto, el Guía casi nunca está cerca de la forma física, porque no deseamos las sensaciones o el compartir la energía que ocurre bajo estas condiciones (Larga pausa en este punto).  Pido disculpas por el retraso.  Es difícil llegar al concepto que estamos tratando de presentar, limitar el espacio, y redondear la idea total.  Las palabras son difíciles de formar para expresar nuestra reacción.

Pareciera en momentos como si el Guía estuviese en una elevada posición para el individuo.  Este no es el caso; aunque es, por supuesto, posiblemente así.  El Guía puede muy bien servir a una entidad cuya energía es mucho más elevada y mucho más evolucionada.  Es el elemento de la clara visión.  Si el hombre puede caminar sobre el piso del océano, aún no podría ver hacia dónde estaba yendo porque no tiene el ojo de un pez; por lo tanto, en el fondo del océano, un pez sería un Guía más efectivo que un hombre.  Así pues, en este océano que llaman la vida, somos los guías más efectivos para acompañar a vuestra individualidad, aún cuando esa alma sea de la más alta forma de energía.  ¿Está claro ese concepto? Nosotros no escogemos la entidad basados en el estado evolucionado de esa alma, sino más bien somos atraídos hacia un propósito común por las necesidades particulares de este periodo de vida y la comunidad de experiencias entre nuestras conciencias.

Podría sonar extraño... pero entiendan que la forma física es lo que menos desearíamos.  Pero eso es más porque lo hemos vestido tan a menudo que es una traje que no se ajusta más a nuestras necesidades y propósitos.  Buscamos guiarlos como si fueran una crisálida, en el estado final de emerger como una mariposa.  Podría decirse resumiendo que el mensaje más grande del Guía para el hombre es: “¡Vengan y vuelen conmigo!” Un momento...

No conocemos de una instancia en la que alguien a quien llamen Maestro haya tenido la función de un Guía, una vez que ha alcanzado ese estado.  Creo que es suficiente.

Esto completa la historia de David. 

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