LA HISTORIA DE DAVID

Parte IV

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Viendo retrospectivamente el inicio de mis experiencias como médium con David, parecieran un poco extrañas.  Dudo que hubiera anticipado tal estado, pero en ese momento es siempre difícil predecir las herramientas que uno empleará en la investigación por la verdad.  La primera vez que David solicitó el acceso sin mi presencia, me sentí muy extraño con tal idea y me cuestionó eventualmente él por qué era necesario.  David pacientemente señaló que yo, como todos los otros canales, tendíamos a distorsionar el material que era entregado.  Para prevenir esta distorsión, al guía se le puede dar el control total.

La idea de observar a alguien más usar y dirigir mi cuerpo fue fascinante.  Yo podía ver a David entrar y controlar las funciones físicas, hasta usar los ojos y las manos.  Podía oírlo hablar, pero entonces me di cuenta de que mientras oía las palabras, ellas no parecían tener mucho sentido.  Realmente sonaban a algo como olas de sonido o tambores, pero las palabras y su significado parecían ininteligibles.  Quizás haya una vibración ascendente o descendente que explique este fenómeno.

Aunque astralmente me proyecto al dejar mi cuerpo, usualmente oigo sin dificultad durante mis proyecciones.  A los pocos momentos de ver a alguien operar tu cuerpo sin conocer lo que estas diciendo o discutiendo, puede ser muy perturbador.  También encuentro que es necesario concentrarme fuertemente durante el estado proyectado, para evitar mi visión de desmaterialización de cada cual y cada cosa.  Me doy cuenta durante la proyección astral de que existe una fuerte atracción hacia los planos espirituales más que hacia el mundo físico.  Usualmente, después de que estoy seguro de que David tiene el control bien establecido y oigo el sonido profundo de su (mi) voz, me encuentro viajando al tercer plano astral.  A este plano puedo entrar con un estado contemplativo o meditativo y pareciera que mantengo intactas todas las facultades de mi memoria, junto con mis reacciones emocionales.  Me he dado cuenta de que no tengo sentido del tiempo sobre el tercer plano, porque siempre, demasiado rápido, veo a la esfera de luz acercándose que se es el mensaje de David para que retome.  Sé que cuando regrese a mi plano físico, encontraré a David de pie cerca de mi cuerpo, cuidándolo hasta que llegue y tome el control.

Alguien pudiera pensar que el material tratado con David estaría fresco en mis bancos de memoria, pero mi mente física está limpia de todo pensamiento.  Realmente, siento mis propios pensamientos descendiendo a mi cerebro como si los hubiera recogido a todos ellos y llevado conmigo.  El cuerpo está siempre en buenas condiciones para retornar, aunque en el principio, fue necesario que otros le recordaran a David sobre la necesidad de parpadear y mover las piernas de vez en cuando (para que fluya la circulación).

La parte más dura de todo el proceso es la necesidad de retornar de los planos. Durante una proyección normal, uno está siempre consciente del cuerpo y de la necesidad de volver, pero cuando éste está siendo usado, no hay asociación con su necesidad, y mi atención está totalmente enclavada la experiencia del tercer plano y sus alrededores. Allí experimento los colores vívidos que parecen cantar y vibrar desde fuera y dentro de mi ser; grama que cuando se tocaba es como una orquesta. Podría hablar del agua que refresca sin humedecer y de las flores que aparecen y florecen a deseo, pero estas cosas tendrán que esperar por otro momento ya que la historia de esto es la historia de David, y su relación conmigo.  David, el guía, no un maestro, no el rey, ¡sino una vez un hombre!

La próxima vez: Cómo ‘él’ siente y su experiencia en la comunicación.

Continuación a Parte  V

Richard C. Rebeck

 

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