LA HISTORIA DE DAVID II


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Como conté la vez anterior, David y yo habíamos trabajado juntos tanto en comunicaciones privadas como de una manera pública durante mis clases. Nunca se me había ocurrido darle a David un completo control, o sea, hacer de médium, ya que esto no concordaba con mis propias ideas.  

Durante una sesión de grupo, en los inicios de 1977, David interrumpió y me dijo que tenía un mensaje importante para uno de los integrantes del grupo. Algo perturbado por la interrupción, sugerí que me diera el mensaje, que yo lo entregaría; para mi sorpresa, él dijo que su mensaje era muy personal y que sería mejor si él lo entregaba en persona. Esta idea era totalmente extraña para mí, y dije: "¿Y exactamente, cómo te propones hacer eso?." "Simple", me dijo, "tú sales y yo entro." Esta idea de proyectarme astralmente fuera de mi cuerpo y entregárselo a David, me asustaba un poco y todavía me intranquiliza. Ya que habíamos estado en esto por largo tiempo y era necesario responder, consentí, y le dije al grupo que venía un mensaje para uno de ellos. ¡No es necesario decir que fue un tanto sorprendente para cada uno de los presentes!.

El intercambio se realizó rápidamente; el mensaje fue entregado y yo volví a controlar mi ser. Para mi consternación, me di cuenta de que a pesar de haber podido ver a cada uno y estar consciente del sonido de la voz de David, no guardaba ninguna memoria de lo que se había dicho. Al preguntar al grupo encontré que nadie, excepto el receptor, podía repetir el mensaje. Cada uno lo oyó, pero solamente una persona lo entendió totalmente. Un miembro del grupo describió la experiencia como si una bola de luz hubiese pasado a través de la habitación. Analicé la experiencia y la aparté de mi mente, ya que no se me hizo ninguna otra petición parecida hasta finales de 1977.

Durante el mes de Diciembre, yo visitó un amigo de Kansas City, quien en el transcurso de la visita, expresó interés en realizar una sesión. Ya que uno de nosotros era un médium formal, formamos un pequeño grupo para atender la sesión. Los resultados fueron insignificantes aquella tarde, pero justamente antes de que termináramos, David me sugirió que podía venir, si así lo deseaba alguno de los presentes. Tras hacer la sugerencia al grupo, David y yo repetimos por segunda vez nuestra transferencia y él habló al grupo, respondiendo preguntas y proporcionándonos el principio del ritual de la iniciación del aceite de ámbar.  

Una vez más, no conservaba ninguna memoria de lo sucedido. Al cuestionar a David de por qué esta metodología, me explicó que todos los canales tienen la tendencia a traducir el material recibido, de acuerdo a sus propios conocimientos y conceptos. Cuando el guía toma el control total, no hay ninguna influencia de la persona que está actuando como un canal o vehículo.

Debido a las varias preguntas surgidas de la experiencia de Peggy con la iniciación y a la información de sus guías, pronto comenzamos a pedirle a David que viniera con más frecuencia. Estos escritos no existirían, si no fuera por las comunicaciones de David. En futuras entregas, les traeremos la historia al día y les describiremos los detalles del cambio.

Continuación Parte  III

Richard C. Rebeck

 
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